Cuando tenía quince años una amiga me dijo que para no menstruar en sus vacaciones le había pedido a su ginecóloga que le diera pastillas anticonceptivas. Esa magia de la que ella hablaba orgullosa y feliz le permitiría alterar su ciclo para que no le viniera en la playa y así evitar estar incómoda, no poder meterse al mar tranquila o incluso besarse con algún chico desconocido llevando puesto una especie de pañal. Además, le ahorraría espacio en la valija, ya que no tendría que llevar un cargamento de toallitas, tampones e ibuprofeno. Esto me horrorizó, pero desde la falta de información no supe explicarle por qué, y me limité a escuchar el funcionamiento de las píldoras de la salvación.

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Posted by Rupi Kaur on Wednesday, March 25, 2015

☝️ La poeta Rupi Kaur fue censurada en redes sociales por subir esta foto ☝️

Estamos acostumbradas históricamente a pelearnos con nuestra menstruación y hoy en día, a pesar del fácil acceso a la información, imagino que todavía debe haber chicas que no quieren que les venga durante un viaje o, como mínimo, se preguntan cómo lidiar con eso. Y por supuesto que esto es así, ya que esta etapa de nuestro ciclo es la que nos ha dado dolores y vergüenza desde el día en que nos hicimos «señoritas». A partir de ese momento en que a algunas nos regalaron un ramito de flores, lloraron y le contaron hasta a la vecina, pasando por el día en que manchamos el banco en el colegio o un chico nos dijo que no nos tocaría si estábamos sangrando. Incluso aquel día en que alguna amiga nos insistió para que probáramos el tampón o ese día en que brindamos con otra amiga porque nos vino después de un atraso… hasta esa charla con algún pibe en la que nos dijo que teníamos pésimo humor por las hormonas y que habláramos cuando ya no estuviéramos con la regla.

Todo esto ha sido cultural e históricamente construido. ¿Cuántas veces pedimos una toallita en código o haciendo el gesto de la publicidad de «las entradas» de Siempre Libre? Porque de las flores y felicitaciones al silencio total y por ende la desinformación hay un camino sinuoso, pero que pasa rápido. La menstruación no se nombra lo suficiente, ni en la televisión ni en casa. Tampoco suma que los varones en la secundaria la conozcan como «Andrés, el que viene una vez al mes«, el mismo que nos pone de mal humor y mancha la ropa. Ah, pero algún día Andrés nos permitirá tener sus bebés, ¿no? ¡Qué simple!

Los estereotipos, la publicidad, la falta de información alimentan un sistema que se basa en la velocidad y el consumo descerebrado. Si pensamos en la cantidad de toallitas, tampones e ibuprofeno que consumimos por mes, lo multiplicamos por doce y luego lo pensamos en relación a la cantidad de años promedio que una persona menstrúa, no sólo hemos invertido un dineral sino que hemos generado una cantidad de desechos impresionante. Además, pensemos en la cantidad de personas menstruantes que conocemos: podríamos hacer una montaña de toallitas usadas y escalarla de por vida. Todo esto en secreto…

Sin embargo, existe desde hace más de un siglo un producto higiénico, hipoalergénico y amigable con el medioambiente que fue prácticamente ocultado del sistema de consumo, que tenemos tan naturalizado. Es un método tan económico de mantenernos limpias los días de menstruación, que podríamos pagar un viaje por año dejando de comprar toallitas y tampones. Estoy refiriéndome a la copa menstrual.

Sticker en un baño catalán, promoviendo el uso de la copa menstrual al viajar, por la agrupación "nuestras reglas"
Visto en el baño de Toni’s, un barcito en Manresa (Catalunya)

La copa menstrual

Como la copita no es un buen negocio para una gran empresa que facture millones mientras nosotras todos los meses vamos al súper y casi sin pensarlo agarramos de la góndola nuestro stock anti-menstruación, no ha sido popularmente utilizada, comercializada y aún menos publicitada. Sin embargo, hoy en día es más fácil de conseguir y sigue siendo un producto económico. A continuación, un punteo de cosas que me hacen pensar que usarla es una de las mejores decisiones que tomé en los últimos años:

  • La copita se compra una vez y dura entre cinco y diez años, dependiendo del modelo.
  • Es económica y no genera gastos cada mes.
  • Está hecha de silicona (evita infecciones) y es inolora (no: tu cuerpo no huele mal, son los químicos de las toallitas y tampones, ahora ya sabés a quién culpar)
  • Es fácilmente transportable, pequeña, no pesa y no ocupa lugar.
  • Se puede usar para dormir y para hacer deporte.
  • Se puede usar hasta diez/doce horas sin «cambiarla» (vaciarla).
  • Nos permite conectar de otro modo nuestro cuerpo: nos hace aprender, mirar videos, leer, investigar, conversar con otras personas sobre el tema y tocarnos más, descubrirnos mejor.
  • Nos hace abrir los ojos frente a preconceptos (no menstruamos litros de sangre sino un vasito por día).
  • Como si todo esto fuera poco siempre nos hace sentir limpias y sin la sensación de humedad de las toallitas o compresas.
  • No son altamente contaminantes, como las toallitas y tampones, sino amigables con el medioambiente.
  • Es una gran compañera de viajes.

¿Cómo se usa la copita? ¿Es tan difícil como parece?

Claro que no es simple desde un primer momento: con la copita hay que probar, ver videos, ponerla y sacarla más de una vez, mancharse y estar dispuesta a volver a empezar.

? Experiencia personal: La primera vez que compré una, fue hace varios años, con una amiga del trabajo. Compramos una oferta de 2×1 y ninguna de las dos quedó conforme con la marca. No entendíamos qué pasaba, teníamos pérdidas y no nos sentíamos cómodas. Lo charlamos mes a mes, y ella me decía que no era normal, ya que había usado una por 10 años cuando vivía en Brasil y probablemente el problema fuera de la marca (¿no les ha pasado alguna vez comprar toallitas de mala calidad? O peor aún, tampones). Esa copita me sirvió para explorar, me llevé la compu al baño más de una vez para ver miles de videos e imágenes, hablé con mi ginecóloga, volví a probar. Decidí darle una segunda oportunidad y compré la maggacup en un mercado en Belgrano, Buenos Aires, y es la que hoy me está acompañando mientras viajo. Desde un primer momento me calzó mejor que la anterior y aunque todavía algunos días me cuesta ponerla bien y no tener pérdidas, cuando logro encontrarle la vuelta y hacer sopapa para que quede bien colocada, me provee diez o doce horas de comodidad y seguridad. Además es perfecta para un vuelo o viaje largo, ya que se pueden pasar horas sin vaciarla. Llevando siempre una botellita de agua cargada para limpiarla, es muy simple hacerlo en cualquier WC, lavándote siempre previamente las manos con jabón. Hace más de dos años que no uso una toallita o tampón y no pienso volver a hacerlo.

Otras opciones: freebleeding, toallas de tela y bombachas absorbentes.

¿Freebleeding? ¿Qué es eso? Que la sangre fluya, porque no hay nada más natural. Algunos días simplemente no quiero frenar este proceso, o no quiero estar todo el día con la copita puesta. ¿Y si mancho la ropa es el fin del mundo? Claro que no. ¿Se trata de aguantar o retener? Tampoco. Simplemente sentir el aviso y tener un baño cerca, como cuando tenemos que hacer pis. Pero no sólo eso, hoy en día hay bombachas especialmente absorbentes, como las Cocorointim o las Thinx. Duran hasta dos años y hacen envíos a todo el mundo. Será cuestión de probar: todas somos diferentes y nos sentimos más o menos cómodas usando toallitas, tampones, copita o practicando freebleeding. Además hay otras opciones, como toallitas de tela, que también se están popularizando bastante. Lo importante es informarse y poder tomar decisiones que nos hagan sentir bien a nosotras mismas, y dentro de lo posible tomar conciencia sobre el daño ecológico que estamos produciendo al no detenernos un momento a pensar en esto. Pero sobre todo, se trata de decisiones que tomemos nosotras y no las publicidades, o el qué dirán. Porque cada una es libre de hacer lo que desee con su menstruación e información es poder, así que nadie nos venga a decir que menstruar es un asco, y que nadie intente silenciarnos. Hablar, compartir con amigas, explorar, conocer mejor nuestros cuerpos, conectar con ese momento nos hará darnos cuenta de que somos dueñas de nuestro cuerpo, y también que tenemos las posibilidades abiertas para cambiar, por nosotras y por el planeta que habitamos.

Bonus: ¿Es normal que el ciclo se altere mientras estoy viajando?

Por supuesto que viajando puede pasar que tu ciclo se altere: me ha pasado más de una vez. Me viene una o dos semanas antes, a veces unos días después. El cuerpo tiene que adaptarse a los cambios, a los vuelos intercontinentales, a dormir en camas ajenas. Una vez que lo hace, todo se siente en su lugar. Claro que lo mejor es siempre llevar un control por escrito de las fechas en las que tenemos que indisponernos; para eso actualmente uso la app Flo. De este modo sabremos si el cambio fue demasiado drástico y, por supuesto, lo importante es poder consultar con una ginecóloga.

¿Qué hago si me duele?

En este momento estoy intentando viajar sin consumir medicamentos (a menos que sea realmente necesario y por eso siempre viajo con un mini-botiquín). Si me duele la cabeza, freno. Si me molesta el útero porque estoy por indisponerme, tomo un té y me relajo un rato. No acudo al ibuprofeno y sigo caminando. Escuchar al cuerpo siempre es lo primero. No es normal que duela, y el cuerpo y los síntomas necesitan ser escuchados. Pero, ojo: que no te hagan creer que no podés moverte si estás menstruando. He escalado por las cascadas de Yosemite y recorrí el Valle de Pineta en mi segundo día. No se trata de frenar por completo, sino de hacerle caso al cuerpo cuando pide descansar. Claro que no es fácil: ¿por qué seguimos trabajando bajo los efectos de una pastilla en lugar de darle al cuerpo el descanso que nos pide? A ningún empleador o empresa le interesa lo que pase con tu cuerpo y no te pagará por descansar, pero ¿no sería lógico?

Para más información, consultá con tu ginecóloga y no olvides hacerte el PAP y los chequeos una vez al año.

Influencers del bien

Gineconline es Melisa Pereyra, doctora en ginecología. Recomendamos fuertemente seguir su cuenta de Instagram, que es muy informativa. En su nuevo proyecto, Lali Bonomini ha incluído el trabajo de Gineconline en su top 5 de influencers del bien. Les recomendamos ver el video que dejamos abajo para conocer su trabajo. ¡Dos potencias se saludan!

Otra cuenta de Instagram que nos gusta es vivalacopita, que no sólo proporciona información útil sino que también es una tienda de productos sustentables para la menstruación.

Además, les invitamos a conocer MenstruAcción, una propuesta de Economiafeminita:

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